ROMERÍA
Hoy todo el mundo se ha ido de romería. La romería, antiguamente, la celebraban a la salida del pueblo, en unos prados que llaman El Ejido, justo donde está la ermita de la virgen a la que en teoría se dedica el acto. Eso era antiguamente, hace cincuenta años o más, porque ahora esos predios ya no existen : se los han comido entre el cuartel de la Guardia Civil, un colegio de niños y el taller de la Citroën. La ermita, que entonces se ajustaba a la definición clásica de lo que es una ermita, es decir un santuario fuera de poblado, ahora ha quedado englobada en el crecimiento del pueblo y, si nos atenemos a la definición rigurosa, ya no es una ermita sino otro género de sitio que a lo mejor no está ni bien definido. Ahora ya no hay modo de hacer una romería en El Ejido, a menos que se haga en una pista de baloncesto o en el jardinillo trasero donde las mujeres de los guardias tienden la ropa, cosa que no sería adecuada y que además se prestaría a un lío indescriptible de permisos, competencias y responsabilidades.
Estaba claro que no había solución y, según creo, la romería anduvo paralizada varios años por falta de lugar donde celebrarla. Esto no deja de tener su lado paradójico, porque una romería, a lo que a mí se me alcanza, consiste en que la gente vaya a cierto sitio predeterminado. En última instancia, romería viene de Roma, y pocos sitios habrá tan predeterminados como Roma. Bien, aquí en el pueblo se quedaron sin sitio para ir, circunstancia que en pura lógica habría echado por tierra cualquier idea o intentona de romería, pero la gente estaba ansiosa de romería, había un deseo pugnaz y universal de hacer una romería como fuese, y esta comezón y prurito romeril frustraba a todo el mundo de modo terrible. Y así estuvieron las cosas hasta que a alguien se le ocurrió lo de la dehesa comunal, o boyal, como dicen algunos, supongo que porque era allí donde llevaban a pastar a los bueyes de trabajo antes de que hubiera tractores. La dehesa ya queda bastante apartada del pueblo, a unos cinco kilómetros o más. Es una distancia que no es distancia para la juventud, pero los niños pequeños y la gente de edad echan sus tres o cuatro horas de camino y muchos llegan medio desmayados o se ponen enfermos inmediatamente y se los tiene que llevar la Cruz Roja. Para celebrar la misa a una hora sensata, once y media o doce, la comitiva tiene que salir del pueblo a las ocho, porque de otro modo, mientras llega o no llega el público se echaría encima la hora de comer, y el culto católico, no sé por qué, repudia las primeras horas de la tarde para sus celebraciones, quizá porque los curas siempre fueron aficionados a las grandes siestas.
Claro que en la dehesa no hay ermita ni virgen ni asomo de ella, por lo que se la tienen que llevar a cuestas hasta allí abajo y así queda justificada la santificación del lugar aunque sea pasajeramente. La misa la suelen pasar luego por la televisión local, por tanto no es un secreto para nadie, ni para los que no vamos, que a ella acuden no más de docena o docena y media de fieles, en su mayoría mujeres mayores, mientras que el resto de los romeros, esos centenares o miles de peregrinos, se dispersan entre los árboles y montan sus tumbonas, sus manteles y sus neveras portátiles sin hacer ningún caso de la misa ni de la virgen. Éstas son cosas que me dan que pensar : si nadie hace caso de la virgen, ¿para qué la necesitan ? En la romería la gente hace paellas y barbacoas, pone música estridente, consume cajas y cajas de cerveza y duerme la borrachera debajo de un árbol hasta que la virgen se pone en marcha de nuevo y todos la siguen sumisos de vuelta al pueblo. Luego se pasan el año comentando lo bien que estuvo la romería y viéndose a sí mismos por la televisión local, pero si tan felices fueron ¿por qué no van otro día cualquiera. ¿No bastaría con una convocatoria laica, pegada en los cristales de los bares, por ejemplo, y un fulano con una banderita, como los guías turísticos ? Pues parece que no, que si no hay virgen no hay romería ni día de campo que valga, como si el pasear a la virgen para arriba y para abajo concediera legitimidad a esos vulgares entretenimientos a los que al final se reduce la romería. Da tristeza pensar que hay mentalidades así. Produce desmoralización, nos empuja a la misantropía.
Y es que además el asunto de la virgen no está nada claro. Se dice que la original era una pequeña talla románica, muy venerable pero poco convincente desde el punto de vista sentimental. Esta talla fue robada o destruida por el ejército de Napoleón y sustituida por otra, también de madera policromada, pero de estilo menos primitivo y más naturalista y conmovedor. Pero es que esa imagen, que aún tenía cierto mérito, fue también robada o destruida por las hordas marxistas cuando la guerra civil y también sustituida por otra, ésta vaciada en escayola, estereotipada y sin valor artístico, que es la que figura en las postales del pueblo y en los calendarios y la que es paseada hasta la dehesa. ¿O no ? Una imagen de escayola de tamaño natural, más las andas de madera para transportarla, debe de pesar considerablemente. Yo lo que creo es que la imagen actual, la que se llevan hasta la dehesa los cuatro mayordomos septuagenarios de la cofradía como quien lleva un trozo de plástico hueco, es en realidad un trozo de plástico hueco e hinchable, palanquín incluido, una réplica encargada por la cofradía para que no decaiga el negocio : los chiringuitos, el catering, la churrería y las demás barracas.
Mientras tanto, mientras unos romeros que no son romeros sino vulgares aficionados al picnic se dedican a no venerar una virgen hinchable que no es la ellos creen que es, o les da igual que sea, el pueblo se queda desierto, y ésa es una hermosa realidad para mí y para los que como yo esperan este día sin coches para pasearse por mitad de la calle y reflexionar sobre lo que podrían ser las cosas si no fueran lo que son.
César Martín Ortíz nació en Salamanca en 1958, y murió en Jaraíz de la Vera en 2010, donde vivió y trabajó como profesor de Instituto más de la mitad de su vida.
Acerca de su obra literaria, mejor leer sus palabras.
Me resisto a redactar una nota biobibliográfica. Aparte de lo atroz de la denominación, mi vida no tiene ningún interes para nadie. Algunos conocidos y desconocidos anónimos o ilustres se han interesado por mis publicaciones posteriores a Dedicatotia :narracionrs cortas en su mayor parte. Yo se lo he aagradecido de corazón . El panorama literario actual es tan espeluznante que le quitaría las ganas de publicar al propio Lope de Vega. Cuando impera la chabacanería, se impone el recogimiento y un digno silencio, como diría Juan Ramón Jiménez,quien, de vivir ahora, posiblemente tampoco querría publicar nada.
Por afectos, se ofreció a ser diseñador de nuestra asociación, dibujaba ,tocaba la guitarra...
Bibliografia de Gésar Martín Ortiz
Libros de poesía:
Dedicatoria o despedida, Diputación Provincial de Soria(Premio Leonor), 1990.
Toques de transito, Caixa galicia, Ferrol(Accesit Premio Esquio),1995.
Libros de relatos:
Un poco de orden, Asociación Cultural “El Brocense”, Cáceres(Premio Ciudad de Coria), 1997.
Nuestro pequeño mundo, Editora regional de Extremadura, Mérida, 2000.
Reformas(Paso de contarlo), Alcancía, Plasencia,2004.
Publicaciones colectivas :
Daniel, en Ficciones. La narrativa corta en Extremadura. Manuel Simón Viola (Ed.). Editora Regional de Extremadura. Mérida,2001.
Cerralbo,, en Relatos al atardecer, Consejeria de obras Públicas y Turismo de la Junta de Extremadura, Mérida,2001.
A la perdida del tiempo buscado, en Gaveta de gavetas, Editora Regional de Extremadura, Mérida,2006.
Antología de Dedicatoria o despedida, en Premios Leonor de poesía. 25 aniversario. Diputación Provincial de Soria, 2007.
Cerrralbo, en 5 lugares, 5 relatos. Consejería de Cultura y Turismo,Editora regional de Extremadura, Mérida,2009.